Argentina: Congreso Eucaristico Nacional nuestra participación en la ciudad de Tucuman

Acompañan las fotos enviadas por las hermanas, la Reflexión de monseñor Jorge E. Lozano, obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social para el domingo 19 de junio de 2016. 

Adorar a Jesús en la "cuna de la Patria"
La ciudad de San Miguel de Tucumán tiene varios “apodos” o formas de mencionarla: el Jardín de la República, la histórica… Pero uno de los que me resulta más significativo es el de “la cuna de la Independencia”. Esa imagen nos hace referencia al cuidado de la vida que comienza, que es frágil y pequeña, pero llamada a desarrollar todas sus potencialidades. 
El próximo 9 de Julio se cumplirán 200 años del Congreso de Tucumán que declaró la Independencia, "paso necesario para dejar de ser considerados una colonia insurgente, y llegar a ser una Nación independiente y libre de España 'y de toda otra dominación extranjera' " (El Bicentenario, CEA, 4). 
Diferentes catequesis

 Catequesis en la carcel guiada por el delegado pontificio cardenal Giovanni Batista Re, 
presidente emérito de la Comisión Pontificia para América Latina.
En este contexto estamos realizando desde el jueves a la tarde y hasta hoy el 11° Congreso Eucarístico Nacional. Delegaciones de todas las Diócesis del País nos hemos encontrado para celebrar la alegría de la fe, expresar el amor que tenemos a Jesucristo en la Eucaristía, crecer en la Comunión fraterna y en el espíritu misionero, renovando el compromiso con los más pobres. 

Jesucristo, en el colmo de su amor, quiso quedarse entre nosotros para estar cerca de cada comunidad, de cada familia, de cada discípulo misionero. Él es el “pan vivo bajado del cielo” (Jn 6, 51) el “pan para la vida del mundo”. (Jn 6, 51) 
Debido a su presencia real en la Eucaristía podemos acercarnos, rezar y crecer en íntima amistad con Él, sabiendo que nunca nos deja solos. En algunos momentos de nuestra vida andamos bajoneados, tristes, o incluso agobiados por el peso de los problemas de afuera o adentro de la familia. Alguien me decía hace un tiempo "los problemas nunca faltan, siempre dicen presente". Es allí cuando Jesús más quiere estar presente en nuestra vida y se hace alimento para fortalecernos en el camino, para que no nos gane el desaliento. Recemos como los discípulos que se volvían a Emaús inundados por la decepción: "Quedate con nosotros, que se hace tarde y el día ya termina". (Lc. 24,30) 
En la misa hacemos lo mismo que Él realizó en la Última Cena, y renovamos la escucha del mandamiento del amor fraterno. Desde los comienzos de la vida de la Iglesia la comunidad cristiana se alimentaba en la fe. Nos cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles que "íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón". (Hc 2,46) 
Esta presencia de Jesús siempre nos alienta a sanar los corazones afligidos, a recomponer los lazos fraternos que nos unen. A veces hay circunstancias que desunen o generan rencores en el seno de una misma familia. Lo mismo puede sucedernos en la Patria. Sin caer en idealizaciones superficiales, estamos llamados a comer un mismo pan porque somos un mismo cuerpo. 
Hoy también es el "día del padre". Tengamos gestos de cariño y gratitud hacia quienes nos dieron el origen de la vida. Recemos especialmente por quienes están en el cielo y nos acompañan con su oración. Abramos el corazón para abrazar y contener a quienes sufren a causa del dolor o enfermedad de sus hijos. Dios bendiga a todos los papás. 


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